jueves, 13 de septiembre de 2012

Triste realidad

Es normal que nos  esforcemos en obtener éxitos laborales y logros materiales, pero al hacerlo, es muy importante no olvidar que somos seres perecederos y que nuestra permanencia en este mundo es un lapso de tiempo relativamente corto. Digamos 80, o quizás 100 años, en raros casos.

Sin embargo, cuando se pasamos de los 50 y miramos hacia atrás, nos damos cuenta que 10 años no son nada, y si nos concientizamos que la vida consta, como máximo, tan solo de diez de estos cortos períodos, nos percatamos de la brevedad de la existencia.

¿Qué es lo que deseamos acumular a lo largo de la vida? dinero, coches, casas, yates y joyas, ¿Y al final qué?

Cuando hemos perdido la salud y llegamos al final de la existencia, ¿qué nos llevamos? ¡Nada! Si nada hemos compartido, si nada hemos hecho por nuestros semejantes, sentiremos un gran vacío, sentiremos que nuestra existencia fue inútil, sentiremos que no hemos vivido.

Qué triste debe ser, saber que estamos a un paso del final y no hemos hecho nada por nadie. Qué triste se debe sentir saber que pudimos hacer algo y no lo hicimos. Y ahora, a las puertas del sepulcro, aunque queramos, ya no podemos.

No es necesario desprendernos de nuestras posesiones para hacer el bien, pero sí compartir de acuerdo a nuestras posibilidades. Si no es con dinero, podemos hacerlo donando un poco de nuestro tiempo.

Si buscamos la felicidad a través de las riquezas y no la conseguimos, pensemos y reflexionemos.

En una magistral obra literaria del escritor Goethe titulada Fausto, el protagonista del mismo nombre, se sentía  desesperado y triste por no encontrarle sentido a la vida a pesar de sus riquezas. En un acto de locura, le ofreció su alma al mismísimo Satanás a cambio de un instante que le hiciera exclamar: "Desearía prolongar este momento tan feliz por una eternidad"

Fausto lo tuvo todo: riquezas, poder político, el amor de bellísimas mujeres. ¡Todo! excepto la felicidad.

Ya en el ocaso de su existencia, decidió ayudar a los demás para que pudieran vivir mejor. Al fin logró decir: "Me siento tan feliz que quisiera prolongar mi existencia eternamente".

Nadie puede ser feliz en medio de la más absoluta pobreza, cuando no se tiene ni siquiera lo indispensable, pero quienes viven de manera decorosa y sin angustias económicas, deben compartir un poco con los menos favorecidos para encontrar la paz, esa paz que nos da la felicidad.

Recuerdo una anécdota contada por un conocido, que fue a una importante ciudad suramericana y, saliendo de un lujoso restaurante, se le acercó un niño sucio y harapiento que le pidió una limosna para calmar su hambre y la de sus hermanita.

-¿Tienes hambre? -preguntó este conocido, que nunca llegará a ser mi amigo, al pequeño.
-Sí, señor, tenemos mucha hambre-.Respondió el niñito tomando a su hermanita de unos 4 años de la mano.
-¡Pues trabaje!-.Le gritó a la criatura, tratando de impresionar a la dama que le acompañaba.
El niño se alejó temblando y horrorizado sin comprender el porqué de la crueldad de ese hombre, sus lágrimas caían dejando dos caminos sobre sus mejillas sucias, mientras su hermanita lo miraba sin poder comprender lo ocurrido.
Este hombre cuenta esta anécdota cuando se reúne con sus amigos, como si se tratara de una hazaña.

Aunque parezca increíble, se logra mayor satisfacción y alegría  dando que recibiendo. Cuando se ayuda a alguien que lo necesita sin publicarlo, se experimenta una sensación de íntima felicidad tan grata, que no se puede describir.

Un industrial muy acaudalado dijo en cierta ocasión que lo que a él más le atormentaba era pensar en que su fin se acercaba y que a pesar de ser un hombre acaudalado, sus millones no podría comprar ni un solo minuto más de vida. Ni un segundo.

El dueño de la cadena de comidas rápidas Kentucky Fried Chicken fue más allá cuando dijo: "Desde el cementerio no se pueden hacer negocios".

En verdad, lo único que se puede uno llevar son los momentos felices que vivimos acatando lo que la conciencia nos dicta. Sólo esto justifica nuestro paso por la vida.

El creyente sabe que a la hora del juicio, las riquezas materiales no cuentan, sólo las buenas obras. Y el no creyente sabe que por lo menos será recordado por ellas.

Don Ramón de Campoamor dijo: "Si quieres llegar al cielo, tienes que subir bajando, hasta llegar al que sufre y darle al pobre la mano".

La justicia y las buenas obras deben comenzar ayudando a la niñez desamparada. No sólo dándoles un pedazo de pan, sino educándolos para que en el futuro sean personas de bien y productivas. Estos niños no son responsables de la irresponsabilidad de sus padres y no es justo que paguen por un pecado que no han cometido.

Como personas de bien, es nuestra responsabilidad y deber moral, por lo menos tratar de ayudar a mitigar el dolor de los niños desamparados y también a los ancianos, quienes muchas veces son  cruelmente rechazados por la sociedad.



José M. Burgos S.

viernes, 7 de septiembre de 2012

¿Se puede confiar en la palabra de las FARC?

Debo confesar que no soy un erudito en asuntos políticos, pero eso no me impide pensar y analizar.

No he logrado comprender cómo el presidente colombiano, Juan Manuel Santos se siente a una mesa de negociaciones a dialogar con los terroristas de las FARC, mientras ellos continúan teniendo en condiciones infrahumanas a muchas personas secuestradas, y no cesan sus ataques terroristas, ni la voladura de oleoductos.

Su antecesor, Álvaro Uribe Vélez le entregó el mando con una guerrilla acorralada, debilitada, diezmada y sumida en una profunda crisis. Pero ahora, durante el gobierno de Santos, esta organización de terroristas narcotraficantes, se ha vuelto a fortalecer.

Yo, como colombiano, me causa indignación que nuestro presidente esté llevando a cabo diálogos de paz en Cuba, rodeado de los hermanos Castro, Hugo Chávez, Piedad Córdoba y de los malhechores de las FARC.

¿Qué será lo que pretenden estos delincuentes? ¿Que sus crímenes de lesa humanidad queden impunes y que, además, el gobierno colombiano los premie sus atrocidades con altas posiciones directivas?

¿Será que Juan Manuel Santos es tan ingenuo y creerá en la palabra de estos malvados que han sumido a Colombia en el dolor, derramando la  el suelo de la patria con la sangre de muchos inocentes?

Esta comedia al único que beneficia es al benefactor de los terroristas, Hugo Chávez Frías, pero no a Colombia.

Estoy muy preocupado por el futuro de Colombia y me agradaría mucho estar equivocado en mis apreciaciones, quiera Dios que así sea.


José M. Burgos S.


lunes, 3 de septiembre de 2012

Los presidentes que cumplen sus promesas

Este es el momento de las plataformas políticas de los candidatos a la presidencia de Estados Unidos y también de hacer una evaluación acerca de las promesas cumplidas por el presidente Obama. La gente comenta que los políticos hacen todo tipo de promesas antes de las elecciones, pero después de su toma de posesión, las olvidan. En realidad, muchos tratan de poner en práctica las promesas que defienden durante la campana, pero no todos las logran, algunas  promesas no se llevan a cabo por la oposición del Congreso  y otros traicionan a sus electores. Por ejemplo, George H. W. Bush dijo al país que  “leyeran sus labios”, sin embargo, subió los impuestos de todos modos.  Lyndon B. Johnson prometió eliminar la pobreza en 1964.  Otras promesas si se cumplieron cuando Roosevelt anuncio el histórico "New Deal”.

Durante la campaña presidencial del 2008, Barack Obama hizo 508 promesas. Ha cumplido 190, compromisos aprobados 72, en progreso 112, promesas rotas 83, (mayormente por oposición del Congreso, como la reforma migratoria, su programa para ayudar a los dueños de casa con amenazas de forclosure y el calentamiento global), promesas estancadas 49 y 2 que no han sido clasificadas.

El mayor problema de la nación es la economía.  Pero, no debemos olvidar que el presente es la consecuencia del pasado. Nuestro presidente Obama heredó una profunda crisis económica debido a la guerra innecesaria de Bush y los créditos hipotecarios. Los mejores economistas de los Estados Unidos y del mundo, desde antes que Obama tomara el poder, advirtieron que esta crisis económica era a largo plazo, que tomaría años en recuperarse.  Es decir, que ni Obama ni promesas de un demócrata o republicano podrían resolverla en cuatro años porque no hay soluciones inmediatas, ni respuestas rápidas. Sin embargo, algunos insisten en que nuestro presidente debía haberla resuelto. Es más, no soy pesimista, pero si realista y me atrevo a pensar que quizás ni en los próximos cuatro años  se podrá recuperar esta crisis económica, aunque Obama o Romney hagan las promesas que quieran.

Creo que el presidente Obama ha hecho un gran esfuerzo para  mantener el país a flote y ha evitado un verdadero caos económico.  Creo que está bien encaminado y necesita más tiempo para poder completar sus y metas y logros. Hasta ahora las estadísticas muestran que en los últimos 28 meses, el índice de desempleo y la recuperación económica mejora lentamente.

Elsa I. Pardo


domingo, 2 de septiembre de 2012

La Pelota.

La pelota de hoy no se parece nada a la de antes.Siempre fui un fanático ferviente de este deporte.Me acuerdo que en una temporada no falte ni un solo día al Estadio Latino Americano,claro en esa época era gratis la entrada y con buenos asientos,llegando temprano al estadio y como yo vivía cerca pues caminando estaba en el estadio.

Era un piquete de familiares que nos cuidábamos los asientos,tíos,primos y amigos,hasta mi esposa que se encontraba embarazada de mi hija no se pierde un juego.Momentos maravillosos,dentro de nuestro pasa tiempo Nacional.Pasaron los años y cambios de la vida y estamos en este formidable país y seguí con mi deporte favorito,ya no voy tanto al Estadio pues aquí cuesta."Y no hay cama para tanta gente" Pero ya no es la misma.

Que es lo que veo que ha cambiado:No esta la jugada,robo de bases,doble-robo,toque de bola,bola escondida,en fin estrategias que están en el manual de la pelota desde hace miles de años.Hoy los juegos son una repetición,es de tratar de batear con el fin de poner mejores marcas personales para que al final poder conseguir un mejor contrato,no se juega con el amor a ganar para el equipo,son muy pocos los caso de ese tipo de jugadores.

Desde la era de los (Esteroides) de hay comenzo la carrera de los batazos largos y de marcas de 70 y picos de jonrones y en fin el publico se acostumbro a ver los juegos mientra mas jonrones se daban mejor.Se controlaron las sustancia prohibidas.Ya estamos a final de una temporada y el que mas jonrones tiene no llega a cuarenta.

La pelota tiene que volver hacer un juego de estrategia,de movimiento,un juego de colectivo no de una persona individual,no se puede perder esa esencia de ese gran deporte.

Julio Rivadulla

LA FELICIDAD.

El concepto de la felicidad es relativo, y por lo tanto, varía de acuerdo a cada persona, así como varían los gustos y preferencias. Por lo tanto, lo que es agradable para un individuo, no siempre lo es para otro.

Hay personas que disfrutan practicando o viendo su deporte favorito, otras, haciendo ostentación de sus bienes materiales, para otras, la felicidad consiste en viajar y conocer diferentes culturas,  hay quienes la encuentran sintiéndose poderosos. Pero lo cierto es que nadie, absolutamente nadie, es completamente feliz durante todo el tiempo.

No puede ser feliz aquel que actúa mal y, deliberadamente, causa daño a otros para conseguir lo que desea, aquel que afirma que el fin justifica los medios, sin importarle cuáles sean los medios que lo conducen al fin que busca.

La felicidad debe estar basada en la paz que nos da tener la conciencia tranquila y que al final de la jornada diaria, poder poner nuestra cabeza sobre la almohada y conciliar el sueño sin que ésta nos acuse. La conciencia es, al fin de cuentas, nuestro juez más severo e implacable.

La felicidad es un estado de ánimo que supone una satisfacción y nadie puede estar satisfecho por causar dolor, nadie puede ser feliz, si se siente odiado, nadie puede ser feliz, si su conciencia está sucia.

Quien está feliz, se siente satisfecho, complacido y alegre. Aunque obviamente, este concepto es relativo, pues no existe un termómetro que mida la felicidad como se mide la temperatura.

Se experimenta una sensación de bienestar y, hasta cierto punto, de felicidad cuando se alcanza un objetivo, cuando se recupera la salud perdida o cuando se reencuentra con un ser querido.

Generalmente, las personas que se sienten realizadas y llevan una vida tranquila, son serenas y estables, por consiguiente, relativamente felices, en tanto que aquellas que llevan una vida cargada de estrés y responsabilidades, son más nerviosas y tienden a excitarse más y cuando no logran sus objetivos sufren una frustración tan grande, que les roba la felicidad.

Es más frecuente ver una sonrisa espontánea en un campesino, que en un poderoso magnate, a pesar de que el primero no tiene las riquezas del segundo.

Es obvio que el dinero puede dar seguridad y que no proporciona la felicidad total, pero ayuda. No obstante, cuando el amor por el dinero se convierte en una gran obsesión, éstá convierte al amante de las riquezas en su esclavo, es por eso que el avaro jamás podrá ser feliz.




José M. Burgos S.


PEDRO CAVIEDES: El mundo imaginario de los Republicanos

Acabó, con el discurso de su candidato, el jueves, la Convención Republicana. Un día antes su compañero de fórmula pronunció lo que la mayoría de los medios de comunicación han titulado el discurso más mentiroso de la historia del país. Fue tan lejos Paul Ryan que acusó al presidente Obama de haber ordenado el cierre de una planta de GM en su estado natal de Wisconsin, cuando la planta fue cerrada durante el gobierno del anterior presidente. Después dijo que es un deber de las sociedades encargarse de la protección de quienes ya no pueden cuidarse. Él, que quiere convertir el Medicare en un sistema de vouchers. Yo diría que además de mentiroso, ese discurso fue de un cinismo absoluto.
Pero es que esa noche, la del miércoles, fue la noche del cinismo. O cómo podemos llamarle a un evento en el que la anterior secretaria de Estado, la de la guerra por encima de la ONU pagada con dinero prestado a China, la que mantuvo una confrontación constante con la mayoría de los aliados históricos, la del gobierno que se alió con el dictador Gadafi (quien decía adorarla), la que compraba zapatos en Manhattan mientras Nueva Orleans se hundía con el huracán Katrina, Condolezza Rice, tuviera el descaro de proclamar que Estados Unidos tenía que recuperar su liderazgo mundial. Del hueco en que lo dejaron ella y el gobierno que representó, el gobierno del presidente Obama, y la secretaria Clinton, lo sacaron.
Pero el cinismo continuó el jueves. En gran parte de los discursos de esa noche varios de los invitados dedicaron bellas palabras a los padres provenientes de otros países y en general a todos los inmigrantes, porque esta, repitieron, es una nación de inmigrantes. ¿A qué suenan esas palabras dichas en la convención del partido que hundió el Dream Act y proclamó las atroces leyes de Alabama y de Arizona? También dijeron, algunos, que sus padres, héroes que llegaron huyendo de revoluciones y dictaduras (aunque sea mentira) merecían todo el respeto y el aplauso por haber forjado un mejor futuro para sus hijos. Y después preguntan por el certificado de nacimiento del presidente Obama…
El presidente Obama nació en suelo estadounidense. La acusación es falsa. Pero, al interrogarlo tanto, ¿están diciendo que ellos son más excepcionales que sus propios padres, que no nacieron en suelo estadounidense?
Después del bodrio infantil de Clint Eastwood hablándole y mandando a callar a un presidente imaginario, cuestión esta que resumió toda la convención, ya que hablaron todo el tiempo de un gobierno actual imaginario, y de un comportamiento humilde, activo y participativo imaginario de ellos durante este gobierno, Mitt Romney, en uno de los momentos ‘cumbre’ de su aburrido discurso, dijo que siempre que el mundo había necesitado de una gran tarea, allí hubo un estadounidense para hacerla. No sé por qué, a mí me vino a la mente Wiston Churchill.
Quizá fue anticipándome a que alguien así necesitará el mundo después de Romney, tomando en cuenta el final del discurso, si éste llega a ser presidente. Porque, sin decir la palabra, habló de más guerras. No solo con Irán, pues si para él la presión diplomática y las duras sanciones que ha impuesto el presidente Obama no sirven, ¿cuál es la opción que queda? Pero no contento, de repente, retrocediendo en el tiempo para revivir un fantasma de hace más de veinte años, esgrimió una posible confrontación con el gobierno de Rusia.
Pensándolo bien, la última vez cuando el mundo necesitó de una gran tarea, sí hubo un estadounidense que la realizara: Barack Obama. Fue él quien salvó a este país de la caída más exorbitante, cuando se perdían 750,000 empleos al mes; el pacto de la OTAN estaba roto en trocitos; la cúpula de Al Qaida, incluido su máximo líder Osama Bin Laden, y a pesar de dos sangrientas y costosas guerras, andaba suelta planeando atentados y matando; el Golfo de México se desangraba en petróleo; el costo del barril de petróleo había aumentado más de un 200%; 60 millones de estadounidenses, incluidos niños enfermos, no tenían cobertura de salud; el gobierno sacaba billones del bolsillo de los contribuyentes para rescatar a los bancos; después de recibir el país en superávit el anterior gobierno lo entregaba con el peor déficit de su historia; y la China comunista del gobierno represivo y la economía capitalista, emergía como la nueva gran potencia del mundo.
Pero ellos prefieren al imaginario que mandar a callar a Harry el Sucio. Como también llaman imaginario al cambio climático. Y claman porque regresen las prácticas del segundo Bush, como si todo el desastre que a tantos quebró, dejó sin trabajo, sin retiro y sin casa, también fuese fruto de la imaginación de un histrión.
 
Elsa I. Pardo