jueves, 17 de noviembre de 2011

¿Hasta dónde es ético prolongar el dolor de un enfermo terminal?

La sociedad siempre ha permitido quitar la vida a personas que han cometido delitos graves como método de castigo, pero no, como actos de piedad.

Es normal sacrificar a un caballo que se fractura una pata, pegándole un tiro para que cese el sufrimiento, mientras que a un ser humano que se retuerce de dolor ya en un estado terminal, le prolongan cruelmente su agonía a través de sistemas artificiales.

Sólo aquel que se encuentra postrado en un lecho del que ya jamás podrá levantarse a ver la luz de un nuevo amanecer y sus familiares, deberían tener la autoridad de decidir la solución final al tormento brutal de su existencia.

Se permite matar a un ser humano adulto por haber cometido un crimen y hasta al bebé que no ha nacido, cometiendo el crimen de abortarlo, pero no se acepta a aquel que se halla confinado en una cama, atormentado y sin esperanza alguna de recuperación, pueda terminar sus días con dignidad y la sociedad lo condena a coinvertirse en un cadáver que respira, ante el dolor inmenso y la impotencia de sus seres queridos.

¿Qué objeto tiene prolongarle la existencia a una persona que es presa de los más espantosos dolores? ¿para qué alargarle su terrible agonía, si los médicos pueden evitarsela expidiéndole un pasaporte al sueño eterno, a través de la eutanasia? Por supuesto, no asistidola a que muera por medio de una inyección letal, sino desconectándola de los aparatos que la encadenan artificialmente al tormento de la vida.

No se debe terminar con la existencia de alguien que se lo impiden sus creencias religiosas, pero, ¿quien lo pide a gritos? ¿hasta dónde es ético prolongar el tormento del enfermo condenándola a una muerte lenta y dolorosa causada por un mal incurable? ¿quién tiene al final de cuentas, el poder de decisión? ¿los legisladores, las autoridades eclesiásticas, o el afectado y su familia?

José M. burgos S.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Guaguanco


La Camerata Romeu fundada en 1993 por su directora Zenaida Romeu, germina en el ámbito de la Cultura Musical como una fresca, rigurosa y auténtica propuesta, abordando lo mejor del repertorio de cámara de la música cubana y universal.

Obras de los compositores de la estatura de Leo Brouwer,Esteban Salas, Ernesto Lecuona, Astor Piazzola y Antonio María Romeu.Hacen que esta agrupacion integrada por mujeres,tocando instrumentos de cuerda,tenga un matiz muy bueno y fresco.

Bajo una dirección formidables de su directora.Romeo le saca el máximo de ejecución y armonía a este numero instrumental que representa lo fundamental de la Música Cubana."La Clave" presente en todos los ritmos cubanos.

Esta juventud es digna de ver su interpretación,ejecutando la partitura a memoria sin tener un atril delante.Me encanta la realización de este vídeo bien elaborado con muy buen sonido.

En el Documental que se realizo en este concierto,no puede faltar todas las pericias que estas jóvenes tienen que pasar.Instrumentos viejos que se rompe,el vestuario,la tramportacion y los problemas cotidianos de mujeres simple de una sociedad,hasta la falta de corriente antes de la hora del concierto.

Mis respetos y admiracion por estas jóvenes fiel exponente de nuestras raíces Musicales.

Julio Rivadulla.