jueves, 20 de octubre de 2011

Los indignados somos todos


Como pólvora se ha regado por las principales ciudades del mundo, un movimiento social de protesta que se conocen como, “Los indignados”, y en Miami se hacen llamar, “Ocupemos Miami”. En todas partes sus demandas son similares, protestan contra el creciente abuso y control de poderosas corporaciones que afectan a obreros, al consumidor y la población, de la incapacidad manifiesta de los gobiernos y sus líderes para aplicar soluciones a los grandes problemas sociales de nuestra nación, y las grandes masas de habitantes del mundo. Denuncian también, la subordinación y contubernio de gobiernos y líderes políticos a los intereses de las grandes corporaciones nacionales e internacionales.

Los indignados, o los Ocupados de Miami, carecen de una plataforma política y de líderes visibles, pero crecen y se hacen sentir. Sus reclamos van desde lo sublime a lo ridículo y llaman la atención de la prensa, de diferentes organizaciones sociales como los sindicatos, veteranos de guerra, movimientos indígenas, desempleados, estudiantes, Etc. que se interesan en sus protestas. Con ellos se mezclan anarquistas, extremistas de izquierda y de derecha, y hasta grupos nazis. En Europa, han provocado el caos en numerosas ciudades, donde se hacen sentir con especial violencia. Pero, existen y crecen.

Muchos observan con recelo este tipo de movimiento social, porque ven en ellos el fantasma del socialismo y el anarquismo intrínsecamente ligado a ellos, porque esgrimen símbolos y consignas que nos hacen temer sobre el origen de su base ideológica. Quizás algunos lo hagan por ingenuidad, por ignorancia y otros con marcada intención. Llama la atención además, que aquí en los EEUU, aunque protestan por el mal funcionamiento del gobierno, no se manifiesta contra el presidente Obama y su administración, lo que indica que saben lo que hacen, y que responden a una definida línea ideológica.

Cualquiera que sea el origen y los objetivos de estos grupos de manifestantes, a pesar que carecen de una plataforma política, liderazgo visible y son rechazados por una parte de la sociedad, son grupos que ya tienen un espacio en la sociedad y se hacen sentir. Por eso, no se deben subestimar ni tomar a la ligera.

En Europa su forma especialmente violenta de manifestarse es condenable, pero nadie puede negar que esgrimen verdades muy explosivas he incomodas para poderosos intereses, para los gobiernos y líderes políticos incapaces, sordos y ciegos ante las necesidades de sus pueblos. Sus demandas son además muy atractivas para una gran masa de personas que han perdida la confianza en sus líderes políticos y no ven salida a sus penurias económicas y sociales, por las cuales todos estamos indignados.

José M. Izquierdo

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