Aunque somos animales racionales -tenemos alma o ánima- y mamíferos como
algunos irracionales (perros, gatos, conejos, caballos, etc.), ninguna de las
otras especies sufre tanta desigualdad en la disponibilidad de recursos como los
seres humanos. Pero además de que nos diferenciamos por nuestro intelecto,
porque hablamos, inventamos y vivimos muchos años, existen marcadas
desigualdades en lo que se refiere a la posesión de
bienes.
A pesar de que hay infinidad de
especies -no sólo mamíferas-, que viven en comunidades, los seres humanos
funcionamos como un gran organismo que tiene cerebro, corazón, sistema
circulatorio y alma racional o espíritu.
Debido a esto, cada uno de
nosotros participamos -sin darnos cuenta- ejerciendo diferentes funciones, bien
sea de líder, de legislador, de arquitecto, de médico o de obrero.
Por esta razón, tenemos bienes
materiales que determinan nuestra condición de vida. Hay algunos que tienen
inmensas fortunas representadas en empresas que dan trabajo a otros que tienen
menos y que perciben salarios de acuerdo a sus capacidades y responsabilidades,
otros de nivel intermedio y muchos, muchísimos que tienen que vivir en la
pobreza.
Así es la especie humana y así
hemos vivido y viviremos, con grandes desigualdades necesarias para que funcione
la gran sociedad humana. No podemos ser una comunidad igualitaria como lo
son las hormigas, pues en este mundo se requieren tanto los
científicos como los médicos, los ingenieros, los arquitectos, los agricultores,
los ganaderos, los jardineros y los basureros entre otros, porque todos formamos
parte de este sistema denominado humanidad.
José M. Burgos S.
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