Un paciente terminal, lógicamente, es aquel que no tiene posibilidad de
sobrevivir a determinada enfermedad porque su mal no tiene cura o porque el
estado de su mal es tan avanzado, que no existe ni la más remota
esperanza.
La palabra muerte inminente, aterroriza tanto al paciente como a sus
familiares que se sienten apesadumbrados e impotentes ante la fatal
noticia.
Todos vamos a morir, eso es lo único seguro que tenemos en la vida,
pero lo que ninguno quiere saber es la fecha exacta.
Ante lo inevitable, surgen muchas interrogantes, por
ejemplo, si el paciente comienza a sufrir horribles dolores y va a
permanecer con esa agonía un largo periódo
de tiempo, muchas personas piensan en la posibilidad de la eutanasia por
piedad. También se piensa en esta posibilidad cuando el enfermo tiene que ser
conectado a respiradores artificiales y a tubos que lo mantengan vivo, pero sin
la más remota posibilidad de subsistencia.
La ciencia ha avanzado mucho y con ella también la medicina. Hoy en día
existen aparatos tan sofisticados, que hace menos de cincuenta años, nadie se
imaginaba, pero siempre existe un límite; un límite que la ciencia no puede
atravesar, por eso siempre han existido, existen y existirán enfermedades
terminales.
Encontrarse en la etapa terminal de una enfermedad y ser consciente de
ello, es quizás. el trance más difícil al que se puede enfrentar un ser humano y
sus familiares.
Las personas no queremos admitir que todos estamos expuestos a sufrir una
situación terrible, pero todos estamos en riesgo.
En la actualidad, hay muchas enfermedades terminales como el SIDA, el
Alzheimer, algunos tipos de cáncer en estados avanzados y muchas
más.
Por esta razón, mientras gocemos de buena salud, lo mejor que podemos
hacer es disfrutar la vida dentro de ambientes agradables y sanos.
José M. Burgos S.
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