Cuando alguien dice: "yo soy un amigo
sincero", está cometiendo una redundancia, pues donde no hay sinceridad tampoco
puede haber amistad.
La amistad, debe ser un sentimiento
mutuo de solidaridad y respeto incondicional que se da entre dos
personas que no pertenecen a la misma familia.
Por lo tanto, la amistad debe ser,
además de respetuosa, tolerante.
Quien no sabe escuchar palabras de
dolor en momentos difíciles y compartir los propios de alegría, no puede
llamarse amigo.
Aquel que, siendo pobre, tiene un
golpe afortunado de suerte y que al enriquecerse adquiere ''nuevos amigos'',
nunca lo fue, ni lo es, ni lo será.
La AMISTAD, así en mayúsculas, no es
fácil de encontrar y cuando se tiene la fortuna de encontrarla, es necesario
cuidarla.
Tener un amigo -sobra decir
que verdadero, porque no existen amigos falsos, o se es o no se
es-, es un verdadero privilegio porque la amistad es un tesoro
que no se puede comprar con dinero.
José M. Burgos S.
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