“La
Mona, aunque la vistan de seda sigue siendo Mona”, y un desalojo por necesario
y justo que sea, si no ofrece a los desalojados una solución, una protección o
amparo, es una injusticia por muy justificado y legal que sea.
El
edificio de la pequeña Habana que inspectores de la ciudad de Miami ordenaron
desalojar, por no tener las condiciones mínimas
necesarias de higiene y seguridad para los vecinos que lo habitan, muestra que
los problemas de procedimientos de las autoridades competentes, son tan graves y
peligrosos para los vecinos, como el deplorable estado del edificio clausurado.
Las
imágenes que vemos en los noticieros de la TV, muestran que los vecinos del
edificio en litigio, son en su gran mayoría personas de avanzada edad,
seguramente retirados, incapacitados y de bajos recursos. Personas que sin
temor a equivocarnos podemos asegurar que se resignaron a vivir en las
condiciones de inseguridad e insalubridad del lugar, porque sus posibilidades
económicas y en casos sus capacidades físicas, no les permiten otra opción mejor.
Encontrar
una nueva vivienda (Renta) en estos tiempos, es una tarea difícil para cualquier
persona, incluso para jóvenes, aptos física y mentalmente y para personas que
dispongan de los recursos económicos necesarios, condiciones que no tienen al
parecer, los vecinos de ese edificio.
En
este caso de indiscutible necesario desalojo de un inmueble que esta en pésimas
condiciones de habitad, se dejaron crecer los problemas hoy presentes de forma
irresponsable, los mismos debieron haber sido señalados y resueltos por etapas,
que aparentemente se violaron. Ahora como siempre, la soga revienta por el lado
más débil, las consecuencias las pagan los más débiles e indefensos inquilinos,
y las responsabilidades quedaran en el “Solar de nadie”.
José
M. Izquierdo
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