Es una mala traducción cuando se dice
que un abogado luchará agresivamente por sus derechos o que se solicitan
vendedores agresivos, pues la agresividad supone prácticas, formas de
comunicación o de comportamiento que se basen de manera exclusiva en el uso de
la violencia física o verbal hacia los demás.
La agresividad es una actitud que
caracteriza a las personas frustradas, negativas y malhumoradas, aunque algunas
veces, este sentimiento puede surgir motivado por una injusticia de manera
espontánea y breve. Quien no puede controlar su ira, se torna en un ser agresivo
que es capaz de herir verbal o físicamente.
Naturalmente, la agresividad es una
de las formas más negativas y destructivas que puede tener una persona para
comunicarse con otros, con aquellos que se hallan en su
entorno, sean seres humanos o animales.
La agresividad es la consecuencia de
diversas causas que pueden pasar por asuntos biológicos, personales, familiares,
sociales, laborales o económicos, entre otros.
Las formas más comunes y visibles de
agresividad se reflejan en actos de violencia física. No obstante, ejercida a
través de la intimidación verbal, también puede ser muy significativa y, en
algunos casos, más dañina a largo plazo.
En la actualidad, la agresividad se
ha convertido en un elemento común en muchos individuos y esto tiene mucho que
ver con el estilo de la vida moderna que se caracteriza por el intenso estrés,
el insomnio, las frustraciones, la desconfianza, la insatisfacción, la ira, la
envidia y el miedo, entre muchas cosas más.
Cuando alguien se convierta en
alguien que se enoja fácilmente y que siente deseos irreflexivos de agredir,
debe buscar ayuda profesional, pues un acto violento puede conducir a la cárcel
o a la muerte.
José M. Burgos S.