Para convivir en paz y armonía,
tenemos que mantener el orden, y para lograrlo, es necesario aplicar ciertos
límites a la libertad individual. Aunque algunas veces nos moleste, debemos
aceptar la existencia de miles de leyes, normas y reglamentos que nos imponen
prohibiciones que debemos obedecer, so pena de sufrir los correspondientes
castigos por no acatarlas.
En vista de que la sola existencia de
las leyes no es suficiente para garantizar una convivencia pacífica, ya que
sería casi imposible controlarlas todas para su cumplimiento eficaz, la
educación dentro del hogar y los centros educativos debe ser adecuada y
rígida a fin de inhibir y frenar las malas acciones.
Mejor dicho, como la sociedad y las
autoridades no pueden poner un policía en cada esquina, entonces una
educación estricta y amorosa, se convierte en una especie de policía
interior que nos detiene. La conciencia, la vergüenza y el miedo son el
resultado de esas auto prohibiciones.
Cuando los adolescentes llegan a la edad adulta, tienen la obligación de comportarse de acuerdo a la ley y la conciencia, sin que nadie tenga que estar detrás de ellos.
José M. Burgos S.
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