Es muy triste decirlo, pero parece
que algunos latinoamericanos sufren de un enorme complejo de inferioridad, pues
denigran de sus propias raíces.
Estas personas parece que se
deleitaran hablando y escribiendo mal de los hispanos como si ellos no lo
fueran.
A este país han llegado muchos
latinoamericanos -la mayoría- trabajadores, honestos y responsables, pero claro,
siempre han existido, existen y existirán delincuentes, pero esa no es una
exclusividad de los hispanos. Hay personas de todas las nacionalidades que
cometen asesinatos masivos, que engañan, que roban y que hacen
cualquier cosa por dinero.
Al criticar a quienes nacieron al sur
del Rio Grande, se critican a sí mismos y también a sus familiares, por lo
tanto, no se puede generalizar, nadie puede decir: ''los latinoamericanos son de
mala fe, perezosos e irresponsables con la excepción mía y la de mi
familia".
Se cambian los nombres, Juan se
convierte en John, Jorge, en George, Pedro, en Peter, Antonio, en Anthony o Tony
y se avergüenzan de hablar en español, aunque tengan acentos como catedrales de
grandes.
Cuando llegan los estadounidenses a
países latinoamericanos, George continúa llamándose, George, y Peter, Peter y no
se avergüenzan de hablar entre ellos en inglés ¿Por qué nosotros
si?
Debemos sentirnos orgullosos de
nuestras raíces y en vez de criticar, buscar y mostrar las cosas buenas que
tenemos con la frente en alto, ¿O es que acaso en nuestros países no han
existido ni existen científicos, escritores, pintores, y otros personajes
destacados?
Que estadounidenses, canadienses,
asiáticos, europeos, africanos y australianos se den cuenta de que tenemos
valores éticos que nos enorgullecen.
La crítica es destructiva, la autocrítica aún
más.
José M. Burgos S.