El angustioso, intenso y persistente
miedo al cáncer es un azote que día a día atormenta a miles de personas
obsesionadas, que temen contraer la enfermedad.
Es normal tener cierto grado de temor
ante el temido padecimiento, aunque con los adelantos de la
ciencia, en etapas primarias es curable.
Pero para quienes sufren
cancerofobia, un simple resfriado es suficiente para que se sobresalten y
se obsesionen con que padecen la enfermedad.
Aunque está más que comprobado que el cáncer no es una enfermedad contagiosa, los cancerofbicos creen que el estar en contacto con personas que están afectadas, es motivo suficiente para contraer el mal y tiemblan. Pierden el apetito, sienten escalofríos y dolores de cabeza y experimentan una gran necesidad de bañarse y frotarse con alcohol, como si el asunto fuera similar a un virus o una alergia.
Esta manía está asociada con el terror a la
muerte, pero especialmente la causada por el cáncer.
Los cancerofóbicos se abstienen de acercarse a
quien esté fumando, evitan exponerse a los rayos del sol porque han leído que
éste puede ser un factor para contraer cáncer de la piel. Inclusive,
su inquietud llega al punto de hacer constantes citas médicas
para cerciorarse de que no están enfermos.
Cuando estamos saludables, nadie puede predecir
cómo será el fin de nuestra existencia. Por lo tanto, está bien ser conscientes
de que algún día moriremos, pero sin que este pensamiento se convierta en
obsesión.
José M Burgos
Quien no le tiene miedo al cáncer si cuando te coge te lleva y te mata.
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