lunes, 25 de junio de 2012

Una decisión trascendental

Uno de los peores errores que puede cometer una persona es no meditar antes de tomar una decisión trascendental que puede arruinar su vida.
 
Muchas veces, los jóvenes se enamoran y van al altar deslumbrados por una ilusión que a la postre, es tan solo una quimera.
 
Durante el enamoramiento, se ignoran muchos defectos porque se piensa que son pequeños y que con el tiempo desaparecerán, pero en la mayoría de los casos en vez de desaparecer, se acrecientan.
 
A causa de la ilusión y el no pensar, se comete el grave error de unir la vida a la de la persona equivocada, a alguien sin ideas y poco creativa, que tiende a acabar con cualquier tipo de iniciativa que la pareja tenga.
 
Y es que la influencia de la pareja siempre será determinante en la vida del otro. Por lo tanto, si se aspira a tener éxito y ser feliz, entonces es imperativo unir la vida a alguien con quien exista mucha compatibilidad, pues lo ideal es que el matrimonio sea para toda la vida.
 
Es muy frustrante, por ejemplo, compartir la vida con una persona ególatra que no hace más que venerarse a sí misma, que siempre cree tener la última palabra y, por lo tanto, no reconoce sus errores, jamás pide disculpas. También lo es cuando a la pareja le encanta presumir y por consiguiente, vivir una vida de apariencias, es decir, falsa.
 
Pero si aparentar es malo, ser conformista también lo es. No está bien resignarse a vivir sin luchar para alcanzar el éxito, así éste no siempre nos reporte beneficios económicos, pero sí la satisfacción de haber logrado un objetivo honesto.
 
El matrimonio ideal, aunque no perfecto, porque éste no existe, es aquel donde haya compatibilidad, comprensión, respeto y, por supuesto, amor.
 
José M. Burgos S.

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