Uno de los peores
errores que puede cometer una persona es no meditar antes de tomar una
decisión trascendental que puede arruinar su vida.
Muchas veces, los
jóvenes se enamoran y van al altar deslumbrados por una ilusión que a la
postre, es tan solo una quimera.
Durante el
enamoramiento, se ignoran muchos defectos porque se piensa que son pequeños y
que con el tiempo desaparecerán, pero en la mayoría de los casos en vez de
desaparecer, se acrecientan.
A causa de la
ilusión y el no pensar, se comete el grave error de unir la vida a la de la
persona equivocada, a alguien sin ideas y poco creativa, que tiende a acabar
con cualquier tipo de iniciativa que la pareja
tenga.
Y es que la
influencia de la pareja siempre será determinante en la vida del otro. Por lo
tanto, si se aspira a tener éxito y ser feliz, entonces es imperativo unir la
vida a alguien con quien exista mucha compatibilidad, pues lo ideal es que el
matrimonio sea para toda la vida.
Es muy frustrante,
por ejemplo, compartir la vida con una persona ególatra que no hace más que
venerarse a sí misma, que siempre cree tener la última palabra y, por lo
tanto, no reconoce sus errores, jamás pide disculpas. También lo es cuando a
la pareja le encanta presumir y por consiguiente, vivir una vida de
apariencias, es decir, falsa.
Pero si aparentar
es malo, ser conformista también lo es. No está bien resignarse a vivir sin
luchar para alcanzar el éxito, así éste no siempre nos reporte beneficios
económicos, pero sí la satisfacción de haber logrado un objetivo
honesto.
El matrimonio
ideal, aunque no perfecto, porque éste no existe, es aquel donde haya
compatibilidad, comprensión, respeto y, por supuesto,
amor.
José M. Burgos
S.
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