miércoles, 21 de septiembre de 2011
LA JUSTICIA Y LA INJUSTICIA.
Los jueces y los miembros de los jurados tienen la enorme responsabilidad de condenar o absolver a una persona, es decir, tienen la potestad de disponer de la vida de ésta.
Muchas veces, personas inocentes han sido implicadas en delitos que no cometieron y no pocas han estado al borde de la pena capital, pero a última hora se han salvado. Otras veces, las autoridades han descubierto errores en el proceso y después de años se han enterado de que el supuesto delincuente es inocente. La pregunta es: ¿De qué manera pueden pagar a esa persona el daño que le causaron? ¿Cómo compensar su gran pena, el deterioro moral y sicológico, el dolor causado a sus familiares y el tiempo de su vida que perdió en la cárcel?
En ciertas ocasiones, el fiscal, es decir, el abogado acusador, es más hábil y convincente que el defensor, y no pocas veces trata de intimidar al acusado señalándolo, gritándole, y acorralándolo para hacerlo parecer como un ser malvado. Esa es su función y su victoria es que lo castiguen sin importar si es culpable o inocente, su conciencia en estos casos, poco o nada cuenta.
Pero hay algo terrible y de todos es sabido, tiene más posibilidad de salir en libertad culpable rico, que un inocente pobre, pues el primero puede darse el lujo de contratar a los mejores abogados, mientras que el pobre no puede hacerlo. Desafortunadamente, el dinero tiene el poder de comprar conciencias y por ende, permitir la impunidad.
¿Cuántos corruptos de cuello blanco se encontrarán en las calles gozando de su libertad impunemente, y cuántos humildes inocentes tras las rejas?
El ingreso de una persona a la prisión supone el aislamiento afectivo y social, lo cual produce en ella una profunda depresión, deterioro moral y la pérdida de su autoestima.
El preso común es vigilado continuamente por carceleros que, por regla general, son seres crueles que exigen a los penados obediencia a sus órdenes, muchas veces arbitrarias.
Fedor Dostoievski decía que lo peor de estar en la cárcel no es el encierro, sino la falta de privacidad.
Ser vigilado constantemente y no tener ni siquiera el consuelo del reposo de un sueño reparador, porque éste es interrumpido durante las rondas nocturnas con la luz de una linterna que encandila y destroza los nervios. no debe ser nada agradable.
¿Qué satisfacción sentirá un abogado que logra la absolución de un culpable? ¿Y qué satisfacción podrá sentir el abogado que hace condenar a un inocente?
Hay una frase que dice: "Es preferible absolver a un culpable que condenar a un inocente".
Jose M.Burgos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario