domingo, 20 de febrero de 2011

Políticos y demagogia.

Ahora que estamos próximos a elecciones, se evidencia la práctica de la demagogia, es decir, que los aspirantes a las diferentes posiciones públicas comienzan a apelar a las falacias, a los sentimientos y a las emociones de los ciudadanos para incentivarlos a su favor.

El alcalde Carlos Álvarez, petulante y soberbio, hasta hace poco tiempo, no concedía entrevistas a algunas emisoras, pero ahora, en un comportamiento típico del demagogo oportunista, ha cambiado de actitud y no sólo las concede, sino que hasta ha aprendido nuevamente a sonreír.

Los votantes debemos ser conscientes de los nefastos resultados de esta administración y recordar que la demagogia es una práctica política que apela a los sentimientos y emociones de personas ingenuas que olvidan fácilmente y vuelven a tropezar con la misma piedra.

Es necesario tener los ojos muy abiertos e investigar hasta donde sea posible a cada uno de los candidatos antes de ejercer nuestro derecho al voto.

No es lo mismo ser cirujano que abogado, ni alcalde que policía, aunque justo es reconocer que raras excepciones se han visto, un actor del montón llego a ser un gran presidente.

De acuerdo a muchos analistas, la demagogia es una degeneración de la democracia utilizada por políticos inescrupulosos que acceden al poder por elecciones libres ganadas por concesiones y halagos a los sentimientos, la esperanza y la fe que los votantes depositan en ellos.

Casi todos los aspirantes a cargos públicos, como alcaldes y comisionados, cuando se encuentran en campaña parecen ovejas inofensivas, pero una vez que adquieren lo que buscaron, se olvidan de las falsas promesas y se ríen, porque ellos no pensaron jamás en los demás, sino en sus propios intereses.

Quienes aspiren a un cargo público, que repercute en el bienestar de un conglomerado, deben ser minuciosamente investigados, es necesario que puedan demostrar su nivel intelectual y académico, como también un pasado transparente, aunque a veces también lo bueno se contamina, pero el riesgo es menos.

Un discurso bien elaborado, no garantiza un buen gobierno. Un buen aspirante debe ser un libro abierto, y por lo tanto, no debería tener ninguna objeción en mostrar su estado financiero antes y después de su período, pues nadie, honestamente, se enriquece de la noche a la mañana, y menos aún, en un cargo público.

Es un deber cívico ejercer nuestro derecho al voto, y un deber moral investigar con anterioridad a favor de quien sufragaremos.

José M. Burgos S.

2 comentarios:

  1. La politica siempre es cochina.
    Raul

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  2. Muy bueno Julito , hay que averiguar quienes son primero y votar despues

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