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Subject: Si te parece bien, puedes utilizarlo para tu blog.
Date: Fri, 1 May 2009 10:32:48 -0400
Hoy me pregunté.
Hoy, mientras conducía mi auto a través de una calle solitaria llena de árboles y flores, vinieron a mi mente interrogantes que antes no me había detenido a pensar: ¿Qué es el amor?, ¿qué es el odio?, ¿y la alegría?, ¿el enojo? ¿de dónde venimos y hacia dónde vamos?
Pienso que los dos primeros son los sentimientos más fuertes que experimenta el ser humano y los dos siguientes son consecuencia de los primeros, y los dos últimos, la gran incógnita, el misterio más grande de la humanidad.
El amor y el odio son sentimientos que se alojan en lo más profundo del alma. El uno, nos da paz y, consecuentemente, alegría y el otro, nos llena de inquietud y ansias de causar daño, nos quita la tranquilidad y nos impide perdonar, alejándonos del amor, por lo tanto, donde existe el odio, jamás puede albergarse el amor porque son sentimientos incompatibles como el fuego y el agua.
Lo opuesto al amor es la indiferencia.
El amor nos inspira a realizar actos buenos en beneficio de otras personas: los padres, los hijos, los amigos y hasta en beneficio de desconocidos que sufren y estos actos nos proporcionan alegría.
El odio, por el contrario, corroe el alma y nos nubla el pensamiento empujándonos a causar el mal. Donde hay odio, no puede haber alegría, sólo amargura y enojo hacia los demás.
¿De dónde procedemos?, ¿cuál será nuestro destino? Los creyentes piensan que proceden de una chispa divina y tienen fe en que la existencia continúa en una dimensión diferente donde no existe el dolor, si han cumplido con los preceptos establecidos por su religión o a otra, donde tendrán que pagar por sus errores. Los ateos piensan que su procedencia y su destino es la nada, pero, ¿acaso existe la nada o algo puede crearse de la inexistencia?
Como no tengo respuesta a estas preguntas, decidí que lo mejor que puedo hacer es evitar hacer el mal e intentar hacer el bien cada vez que tenga la oportunidad, ya que no hay mejor almohada que conciencia limpia, por lo tanto, decidí que lo mejor es dejar a un lado las cosas que me molestan y no puedo cambiar. Decidí que es mejor regalar una sonrisa que mostrar un rostro lleno de amargura.
Estoy convencido que da mejores dividendos hacer el bien, que hacer el mal. Que causa más paz alegrarme por el bien que obtienen los demás, a que me carcoma la envidia. Por lo tanto, decidí despojarme de envidias y resentimientos, que no sólo me atormentan a mi, sino que contamino con mi negatividad a quienes están en mi entorno, por consiguiente, tomé la decisión de ser una persona feliz que trate de hacer felices a quienes me rodean, o al menos intentarlo.
José M. Burgos S.
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