jueves, 27 de marzo de 2014

¿Temor o amor a Dios?

Pensar no es un delito. Expresar lo que se piensa tampoco, siempre y cuando se haga de manera respetuosa.
Dicen que el primer ser humano se comió una manzana y Dios lo condenó a ganarse el pan con el sudor de su frente -hasta que se inventaron los trabajos de oficina- y a Eva a parir con dolor. Pero no sólo a Eva, a todas las mujeres, -hasta que descubrieron la anestesia.
Si bien esta explicación debe ser un simbolismo -la Biblia está llena de ellos-, muchos aceptan estos datos como hechos históricos y los que no, igual piensan que algo similar debió suceder.
Lo que parece extraño es que el Todopoderoso, Creador del Universo y todo lo que existe, hubiera sido tan radical e intolerante castigando a toda la humanidad, incluyendo a niños inocentes que dizque nacen con el pecado original, algo muy difícil de creer de quien es la máxima expresión de amor y de perdón.
Muchos seres humanos rezan y elevan sus plegarias al Altísimo implorando clemencia y perdón porque no quieren exponerse a las llamas eternas del averno y tiemblan de pavor. Y rezan y dicen que lo aman por sobre todas las cosas, pero los mueve más el miedo que el amor.
Es importante concientizarnos y amar a Dios sin condiciones, sin esperar a cambio de nuestras oraciones y acciones la más grande recompensa -la gloria eterna-, porque el amor debe ser desinteresado, dar sin esperar.
José M. Burgos S.

jueves, 20 de marzo de 2014

La gente siempre quiere cambios

Casi ningún ser humano  está conforme  con su vida y, aunque lo niegue,
siempre desea un cambio, porque si no lo anhelara, sería un ser conformista.
 
Pero así es la vida, llena de molestias, algunas veces, inevitables, lo cual ocurre para que nos adaptemos a una realidad: el cambio permanente.
 
Las personas no se oponen a los cambios, pero siempre desean que sean favorables, nunca perjudiciales.
 
Si tenemos una casa pequeña e incómoda, lo más lógico es que deseemos otra más grande y más cómoda. A nadie le agradaría que ocurriera lo contrario.
 
La historia ha demostrado que los seres humanos somos fanáticos de las alternativas, los cambios, las revoluciones, pero claro, siempre y cuando esos cambios, revoluciones y alternativas constituyan cambios que nos beneficien.
 
Muchas personas suelen decir que ''todo tiempo pasado fue mejor'', pero no siempre es así. Lo que sí es cierto, es que cuando no estamos conformes con lo que nos toca vivir, pensamos que hemos  sufrido un cambio desfavorable, y por esa razón, nos sentimos molestos con la realidad y nos es difícil aceptarla.

Así es la vida, todos los seres humanos en mayor o menor grado, experimentamos incomodidades: dolor, hastío, tristeza, aburrimiento, hambre, sed, frustración, nostalgia, incertidumbre, indignación, enojo y mil cosas más. No existe ningún ser viviente inmune a las molestias.
 
Soñamos con cambios imposibles y esos sueños nos roban el placer de disfrutar de pequeños detalles que forman parte de la felicidad.
 
 
 
José M. Burgos S.

lunes, 10 de marzo de 2014

APRENDER A ENVEJECER


Es normal que algún tipo de fobia atormente a las personas, pero hay unas más persistentes que otras.
 
La gerascofobia se conoce como el miedo profundo e irracional a envejecer, ya que no pueden aceptar la idea de que éste es un proceso natural de la vida en el que, en mayor o menor grado, hay un declive en la apariencia física -arrugas, manchas en la piel, canas o pérdida del cabello, etc.-, y también las facultades físicas -pérdida de la fortaleza, vulnerabilidad a los quebrantos de salud, disminución en la visión y la audición, entre otras- y mentales -pérdida parcial de la memoria-. Pero ése es el precio que debemos pagar quienes llegamos a edades avanzadas.
 
Esta fobia, aparece al comienzo sutilmente, como una pequeña inquietud hacia el envejecimiento, pero después se convierte en una obsesión hasta el punto de convertirse en una profunda y severa ansiedad que  puede llevar hasta el suicidio, por lo cual, algunas veces, estas personas requieren ayuda profesional.
 
Muchos recurren a diferentes métodos  con la vana esperanza de permanecer jóvenes o lucir menos viejos, como por ejemplo:  costosas cirugías estéticas, cremas y maquillajes caros, tinturas para el cabello y otros recursos en infructuoso intento por retrasar lo que, tarde o temprano llegará, la vejez.
 
El terror a la vejez es un fenómeno que, según especialistas, se ha incrementado a partir de la década de los 60, cuando  laboratorios especializados en cosmetología, dermatólogos y cirujanos estéticos quienes, al percatarse de la gran preocupación que manifestaban muchas personas ante la inminente llegada de la última etapa de la vida, incrementaron la producción de cosméticos, la cantidad de gimnasios, las promociones de cirugías estéticas y las dietas especiales, supuestas fuentes de la eterna juventud.
 
Está muy bien que la gente se preocupe por su apariencia física y mental. Por eso, hoy en día, personas de sesenta, setenta u ochenta años de edad se ven muchísimo más jóvenes que personas que tenían la misma edad hace cincuenta años, pero lo que no está bien es rechazar la vejez más allá de lo razonable. 
 
Todas las etapas de la vida, aunque tengan sus inconvenientes, también tienen sus encantos.
 
 
 
José M. Burgos S.

jueves, 6 de marzo de 2014

La gran sociedad humana


Aunque somos animales racionales -tenemos alma o ánima- y mamíferos como algunos irracionales (perros, gatos, conejos, caballos, etc.), ninguna de las otras especies sufre tanta desigualdad en la disponibilidad de recursos como los seres humanos. Pero además de que nos diferenciamos por nuestro intelecto, porque hablamos, inventamos y vivimos muchos años, existen marcadas desigualdades en lo que se refiere a la posesión de bienes.
 
A pesar de que hay infinidad de especies -no sólo mamíferas-, que viven en comunidades, los seres humanos funcionamos como un gran organismo que tiene cerebro, corazón, sistema circulatorio y alma racional o espíritu.
 
Debido a esto, cada uno de nosotros participamos -sin darnos cuenta- ejerciendo diferentes funciones, bien sea de líder, de legislador, de arquitecto, de médico o de obrero.

Por esta razón, tenemos bienes materiales que determinan nuestra condición de vida. Hay algunos que tienen inmensas fortunas representadas en empresas que dan trabajo a otros que tienen menos y que perciben salarios de acuerdo a sus capacidades y responsabilidades, otros de nivel intermedio y muchos, muchísimos que tienen que vivir en la pobreza.
 
Así es la especie humana y así hemos vivido y viviremos, con grandes desigualdades necesarias para que funcione la gran sociedad humana. No podemos ser una comunidad igualitaria como lo son las hormigas, pues en este mundo se requieren tanto los científicos como los médicos, los ingenieros, los arquitectos, los agricultores, los ganaderos, los jardineros y los basureros entre otros, porque todos formamos parte de este sistema denominado humanidad.
 
 
José M. Burgos S.